sábado, 29 de octubre de 2011

Mi amor cortés

Porque era mi fantasma y ya se ha ido.
Porque  la esperanza del amor que guardada había tenido,
la puedo otorgar a quien quiera ser otorgado y a quien quiera otorgar,
escarbé en lo profundo de mi tierra,
encontrando un palmo de semillas que con valor puedo volver a cultivar,
que con amor pueden crecer y hasta el cielo llegar,
decorando mi jardín de flores,
y aquellas de emociones y reproches,
juntarse en punto exacto para que crezca un árbol,
que dé frutos que tú y yo probemos del edén,
de agua y dientes de mármol,
dulzura natural nos den.
Tus ojos son de ajo manojos,
repeles en cualquier instante a mis fantasmas,
los alejas más no los dañas,
pues me recuerdas que sé lo que sé por ellos,
y que desconozco lo que desconozco por ti,
por ese nuevo espacio que hemos creado,
y del cual soy un bienvenido extraño.
Con las puertas abiertas cuando juntas las pestañas,
haciendo que el deseo deje de serlo,
trayendo a nuestra realidad, dos almas, gemelas, hermanas.

Dejándome saber que ninguna semilla es inerte,
pues todas germinan con sólo verte.
Y puedo sentirte como la primera vez,
en verdad no es triste cuando a mi alma ves.
Y transmites aquello que jamás creí encontrar,
no en nadie sino en mí.
Me alejas de la realidad,
y veo que mi cielo y estrellas están en ti.
Tu pupila lleva el brillo de cada una de ellas,
Me dejas apagarlas como soplando un vela,
Y quedamos tú y yo danzando en la oscuridad.
Tibios en el aire helado, desconocidos.
Desnudas mi ser entre un polvo cósmico,
entre el humo de las velas.
Y me das lugares para conocer, como cohete,
al sol me llevas y por las nubes me regresas.
Tan efímero, de una manera tan misteriosa
la velocidad que alcanzamos es poderosa,
Me teletransportas,
No me desintegro,
Veo destellos en el cielo negro,
Lugares infinitos,
Transformas la verdad a mitos.
Y en ese rincón donde no se ve, no se siente, no se escucha,
El tú y yo, habla, toca, junta.

martes, 25 de octubre de 2011

Tu amor

Y fue en ese momento, en el que en realidad no te iba a saludar, acudía a despedirme y rechazaste mi mano. Le aclaré a tu inútil orgullo que sería la última vez que volverías a usarlo. Te deje firme la idea de que de mí no te volverías a burlar , pero más firme y esperando que más la entiendas lo hice, te lo dije, por la simple y difícil razón de amarte, quería por un buen camino llevarte, aunque no fuera de mi mano, pero seguro en que te amo, hacer lo que también creía correcto. Después ya más decidido y a la vez más consumido te mencioné unos cuantos aspectos que mi ilusión creía no te dejaban ir a la cama.
Y es que cada vez que no te saludaba, lo hacía por ti, no por mí.
Cada vez que no te miraba, aunque lucieras más bello que el alba, lo hacía por ti, no por mí.
Cada vez que fingía no amarte, lo hacía por ti, no por mí.
Me moría de ganas de estrujarte, poner mis labios en tu mejillas, colorearlas de rojo como haciendo arte. Pero me cohibía, y lo hacía por ti, no por mí, y así cada día.
Algún instante me dijiste que siquiera me sentías distante, pues yo no era nada en tu vida,  no tenía un significado, mi existencia no existía.
Y tal vez llegué a decírtelo con exactitud, en el momento preciso. En ese momento en el que te diste cuenta, de que para el pasado no hay vuelta.
Con los ojos que alguna vez amé, veías los míos borrosos.
Me preguntabas el porqué, el porqué nunca hice lo que debía de hacer.
Mis ojos ya ocupados, cedieron a los suspiros.
Y repetí que tú fuiste el único porqué.
Y confundido estabas, lo sé. Creíste que jamás te amé.
Creyendo que no existía fracaso alguno, me estrujaste como yo lo quise hacer alguna vez.
Te pedí que me soltaras, había muerto el momento para darme todo lo que callabas.
Ilusionadamente triste dijiste cuanto también me amabas.
Y no yo, pero ahora mi alma contestaba:
-No, tú no me amas. Tú te amas.