A veces no sabía si podía recordarte,
Cada ilusión murió,
Los restos fallecieron,
Incluso a ti viniste a matarte.
Me dejaste el cuchillo en la mano
Y me senti culpable,
Agonizabas por mi culpa delirante,
Y así te volvías todavía más distante,
En verdad no sé si te quise,
No sé si me quisiste,´
Pero en culpable me convertiste.
Tenías todo para ser quien eras,
Jamás pude hacerte a mi manera,
Y es porque tu unicidad me encierra,
Era un misterio que en tus ojos moría,
Quererte ya no quería,
Pero era inevitable cuando sonreias.
Y es que ya no quiero nada,
Y es que los sintomas y la cura,
Me recuerdan sólo a ti,
Estás dentro de cada uno que de mi amor duda,
Y no eres, lo sé,
Diferentes y mejores hay también,
Pero me quitas las posibilidades,
Pues en cada cuerpo vislumbro tu alma siempre inerte,
Y cada que veo a alguien, sé que también puedo verte,
En un recuerdo de mi mente,
En la manifestación de muerte.
Porque quién podría hacerme cambiar de opinión si no eres tú.
Si no es tu incierta virtud.
Veo las oportunidades pasar,
Me veo en el mismo error dos veces tropezar,
Esperando a que esto sea un juego de azahar,
Donde con el corazón me vuelvan a mirar,
Donde gane aunque haya de apostar,
Donde pierda aunque haya de ganar,
Distinguiendo así entre querer y amar.
Sabiendo, más no me puede asfixiar,
Pues ha dejado al aire sin aire,
Al llanto sin llanto,
Necesito alguien que me haga respirarle,
Que ha de consolarme,
Que en mí sea capaz de reencarnarse.
En otra vida, tal vez pase...
No hay comentarios:
Publicar un comentario